Inmersos nos hayamos en la mayor crisis financiera de la
historia del capitalismo, seis son aproximadamente los años que nos separan de
aquella prospera etapa en la que el desempleo no ascendía del 6%, la gente
pagaba al día las letras de su hipoteca y no tenían que preocuparse de si sus
hijos iban a dormir bajo ese techo al mes siguiente.
Otra gran crisis atizaba a occidente hace 85 años, en el
1929. Tras la primera guerra mundial, los países vencedores, a través del
tratado de Versalles, hicieron pagar a Alemania una hipertrofiada deuda a la
que de forma imposible iba a poder responder. No contento con ello, ocuparon la
cuenca del Ruhr, principal fuente de ingresos de la arruinada Alemania, es
decir, la situación era cuanto menos desesperada. Estados Unidos puso en marcha
en plan Daves, por el que prestaba dinero a Alemania con el fin de que
reactivara su economía, pagara Francia y Gran Bretaña, y estos a su vez le
devolvieran lo prestado a ellos, estados unidos.
La idea funcionaba hasta que la bolsa de estados unidos se
desplomaba provocando una gigante crisis financiera en dicho país y, por
consiguiente, en el resto de mundo. Así las cosas estados unidos dejo de
prestar dinero a Alemania, lo que supuso la inmediata desactivación de su
economía provocando a si una superinflación de su moneda, el marco. La
situación era aterradora, la población alemana gastaba sus sueldos el mismo día
en que lo cobraban pues sabían que al día siguiente ya tendría mucho menos
valor. Ante semejante circunstancia, la gente es realmente vulnerable, un líder
les hace creer que él es la salvación. Así aparece Adolf Hitler en acción,
quien ascendió a la cancillería con solo el 33% de los votos y cuya posterior
actuación es innecesaria recordar, tanto por el hecho de que todos la conocemos,
como por su crueldad.
Lo importante aquí es que las personas, ante circunstancias
desesperadas, recurren a lo que les transmita seguridad, a personas que con
fáciles discursos les hacen creer que tienen la solución. Decirse suele que
cíclica es la historia, y algo de cierto hay en esta frase pues en Grecia, ante
la crítica situación económica y social que estaban viviendo, el partido
fascista consiguió el 20% menos de los votos, tan solo el trece menos que el
partido nacionalsocialista que Hitler lideraba por aquel entonces.
Esperemos que, después de lo vivido, la sociedad haya
aprendido y evite la animalización de un burro, es decir, tropezar dos veces
con la misma piedra.